Piedra Libre
By Jana Beris

La Directora de orquesta Gisele (Buka) Ben Dor:
“Uno tiene que estar obsesionado. No alcanza el talento, no alcanza el estudio”
Esta destacada y sobresaliente uruguaya nos cuenta de su profesión y su periplo por las principales orquestas del mundo

Con motivo del 75º Aniversario de la NCI (Nueva Congregación Israelita de Uruguay), ha sido invitada a dirigir en un concierto la destacada Directora de Orquesta nacida en Uruguay Gisele Ben Dor (Buka de nacimiento), reconocida mundialmente. Gisele estudió en Israel y se especializó en Estados Unidos, donde ha hecho su carrera. Ha sido directora invitada en orquestas de Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Israel, Japón, Australia, Holanda, Brasil y Chile, entre otros países.
Ben Dor es considerada una de las principales embajadoras de la producción musical latinoamericana, en especial de la obra de Ginastera, Revueltas y Villa-Lobos. Precisamente en 2004 y junto a la hija de Ginastera, creó el “Tango and Malambo Festival” (http://www.tangofestival.net/), diez días de verdadera celebración de estos géneros y estableció una fundación llamada The Ben-Dor Music Discovery Project: Celebrating the Art Music of Latin America (El Proyecto Ben-Dor para el Descubrimiento de la Música: Celebrando la música artística de Latinoamérica).
Piedra Libre: Gisele, llegas a una de tus casas, Uruguay, donde naciste… sos también israelí, además de ciudadana norteamericana. ¿Cómo te sentís más cómoda que te presenten?
Gisele Ben Dor: Soy en efecto tanto uruguaya como israelí y como estadounidense. Pero al mismo tiempo te diría que los músicos son muy cosmopolitas. También los judíos lo son, así que no es nada extraño que un músico tenga diversas nacionalidades. Yo vine de Uruguay a Israel por sionismo. Años después me fui a Estados Unidos por la música, porque quería ser Directora de orquesta y allí tenía mejor oportunidad.
PL: ¿Cómo empezaste tu camino en la música? Tengo entendido que lo primero fue el coro de la escuela “Ivriá”…
GBD: Empecé a dirigir a los 12 años en la N.C.I. Era un grupo que yo había formado de seis chicas, y nos llamábamos “Las Yejeifot” (Las Descalzas, porque actuábamos sin zapatos…esas idiosincrasias de los adolescentes). Luego empecé a trabajar también en la escuela “Ivriá”. Cuando me fui me dieron un trofeo de agradecimiento por la labor de enseñanza. Recuerdo que me pagaban y yo era casi una niña trabajando en una cosa que adoraba, en la misma escuela en la que yo estudiaba, y mi papá me permitía gastar el dinero en lo que yo quisiera. Claro que no era un salario despampanante, pero de todos modos, para mí, era un tesoro. O sea que son cosas que recuerdo con mucho cariño de aquella época. Empecé a trabajar profesionalmente ya en aquella época, pero recién más tarde, por supuesto, empecé a estudiar Dirección de Orquesta. Entonces estudié en la Academia de Tel Aviv y también en Jerusalem. Pero los estudios más profundos los hice en Estados Unidos. Realmente me he entrenado allá.
PL: ¿En tu actividad qué lugar juega lo innato, la pasión por una profesión y qué rol tiene en el éxito el estudio profesional y ordenado? Debe haber una complementación y ninguno debe servir solo quizás ¿No?
GBD: Pienso que sí. Siempre hay historias de talentos naturales que se desarrollaron en forma casi completamente autodidacta pero la mayoría han tenido mentores, maestros. El hecho que su genio fuera tan grande que superara en forma tan astronómica lo que aprendían de los maestros, no significa que hicieron toda su trayectoria sin instrucción alguna. Yo creo que el talento es imprescindible, hay que nacer con eso, es algo que no se puede construir o crear. Hay que tener oído musical y yo tengo el talento del oído, siempre lo tuve, y para un músico es imprescindible. Claro que luego lo desarrollé, por la experiencia. Yo soy autodidacta en algunas cosas, pero desde el principio tenía maestra de piano, de armonía, contrapunto, luego estudié en la universidad. Pero lo más importante es que uno tiene que estar obsesionado. No alcanza el talento, no alcanza el estudio. Uno tiene que tener una obsesión, que uno no se imagina haciendo otra cosa, que no es que uno dice “podría trabajar aquí o allá”. Creo que para el artista no existe eso. Pensar en hacer otra cosa sería como morirse. Sería un sacrificio casi como una derrota.
Los amores y gustos artísticos
PL: Gisele, has hecho distintos tipos de música, has dirigido festivales de tango y malambo, música clásica: ¿Qué es lo que más te gusta?
GBD: Yo tengo un gusto muy ecléctico. A mí me gusta todo lo que tiene expresión, color y ritmo, música de raíces auténticas. Pero hay combinaciones originales que uno no se las imagina intuitivamente. Por ejemplo: yo trabajé mucho en Helsinki, y en las tiendas de discos, hay una sección de tangos -que les gusta mucho- ¡en finlandés! Es como samba en chino ¿No? Es interesante y misterioso cómo sociedades tan distintas pueden encontrar denominadores comunes en el arte.
PL: ¿En qué estás ahora, algún nuevo proyecto?
GBD: Creo que la noticia más interesante es que estoy yendo a dirigir a lugares en los que nunca había estado, por ejemplo en algunos países asiáticos. Empecé a dirigir en Asia -mis primeras visitas al continente- , ya dos veces seguidas en Corea del Sur, luego en Taiwán y Hong Kong. Estoy haciendo cosas que cuando estaba dirigiendo en forma permanente orquestas fijas, no tenía posibilidad de hacerlo. Estuve también de jueza de competencias internacionales de directores de orquesta, lo cual siempre es un gran honor. Lo he hecho en México, en la competencia “Eduardo Mata” y también en el jurado de Directores Jóvenes de la Fundación Cultural América-Israel .También estuve sacando discos nuevos y tengo otros planeados, uno de ellos con Plácido Domingo.
PL: Gisele, se suele decir que la música es un lenguaje universal ¿Eso realmente es así cuando la llevas o la interpretas en mundos y sociedades tan diferentes de la realidad en la que tú vives, en las que has vivido?
GBD: Claro…hay muchas cosas que aprender ya sea simplemente por educación y para adaptarse en lo personal a la gente. Pero desde el punto de vista profesional, las orquestas funcionan de la misma forma en todos lados. Lo único que cambia son las costumbres del lugar y la mentalidad de la orquesta. Pero profesionalmente, el proceso es exactamente el mismo.
Una nueva etapa
PL: ¿Tenés sueños pendientes por cumplir en tu trabajo? ¿Algún lugar en el que te gustaría dirigir? ¿Alguna obra especial?
GBD: Durante más de 20 años, trabajé con tres orquestas distintas en forma constante. Y ahora estoy abriendo mundo, estoy viendo cosas, he estado disfrutando de estos últimos tiempos en los que he estado dirigiendo digamos como “freelance”. Pero me gustaría otra vez dedicarme a una orquesta en particular porque es algo distinto, un poco como un matrimonio. Además, por supuesto, hay países en los que no he estado y tengo mucha curiosidad de visitar. Me pregunto si algún día dirigiré en algún país árabe.
PL: Paralelamente a tu carrera, sigue avanzando la vida familiar.
GBD: Claro, y una buena noticia personal es que se casó mi hijo, hace ya un año y medio, y hace menos de un mes me convertí en abuelita de Noah Moshe Ben-Dor Setzen, mi primer nietito. Estoy chocha, me cuesta hablar de otra cosa.
PL: Tu familia te acompaña en tu música ¿verdad?
GBD: Absolutamente. Ya ha pasado que hice volar a los chicos por un fin de semana a Londres o a Ginebra, para un concierto. El mayor, en un ensayo en la universidad, en Harvard, tenía que escribir quiénes eran sus héroes, y él puso: mis padres. “Mi papá es hijo de sobrevivientes de Auschwitz”- explicó. “Éxito, para mi abuelo, fue que al final, tuvo una casa y que pudo mandar a su hijo a la universidad. Para mi papá, Eli Ben-Dor, el éxito fue que terminó ingeniería, que hizo business y le fue bien. A cada generación le fue mejor. Eso es lo que yo quiero. Y mi mamá, Gisele Ben-Dor, es Directora de orquesta y mi papá la siguió por todos lados para que ella pudiera estudiar y trabajar. Criaron a los hijos juntos y la familia está intacta. Como mujer directora ha tenido que superar prejuicios y ha hecho muchos sacrificios….hace música latinoamericana, algo que en la música clásica no ha sido suficientemente desarrollado. Y esos son mis héroes”… Yo estoy muy orgullosa de mis hijos también. El mayor se acaba de recibir Magna Cum Laude en las facultades de Derecho y de Economía de la Universidad de Harvard, y el menor está estudiando neurología en la Universidad de Stamford.
PL: Y condujiste embarazada de nueve meses…
GBD: Si, con la Filarmónica de Israel…Yo andaba por acá en el verano, cinco meses antes de dar a luz y me encontré con mi maestro de la Academia Rubin en la calle, en Tel Aviv. Me dijo que justo iba a haber un gran programa con Zubin Mehta y la BBC de Londres, que lo iban a transmitir por toda Europa y si me gustaría estar. Dije que sí, ¿cómo no? Me mira y me dice: pero estás esperando ¿no? Ya se me notaba un poco. Le dije que sí, y que le pregunten al Maestro, a Mehta, si le molestaría, porque yo ya iba a estar por dar a luz. Le preguntaron a Zubin y él dijo: “si a ella no le molesta ¿por qué tiene que molestarme a mí?” Y ese fue mi primer concierto ante una orquesta profesional y un gran público, fue un lindo evento, y a la gente le encantó. El auditorio Mann estaba lleno, algo totalmente extraordinario. Poco después tuve a Roí y empecé entonces de a poco. Luego, cuando ya estaba también Gabriel, lo llevaba a todos lados en una canastita. Las abuelas me ayudaban muchísimo, así no tenía que dejarlos en manos extrañas, viajaban conmigo por todos lados para ayudarme con los chiquitos.
Uruguay y el hogar personal
PL: ¿Qué te dejó Uruguay?
GBD: Siempre hay una nostalgia…como si fuera un paraíso perdido. La familia, es clave. La educación: el nivel era altísimo. Los padres tenían mucha influencia, a los maestros se los respetaba enormemente. Y todo gratuito. Y el humor uruguayo… yo nunca me río con lágrimas, de una forma que casi me duele, como cuando siento el humor “en uruguayo”. Es que crecí con eso. Siempre estoy muy orgullosa del Uruguay.
PL: Y tu casa, el hogar de tus padres… ¿Qué te dió?
GBD: Mi papá tuvo mucha influencia en mí. Es una persona que empezó de cero, de la nada, trabajó, ayudó a toda la familia, generosísimo y brillante. Era contador público, quizás hubiera preferido que yo haga Ciencias Económicas, pero era muy abierto y yo decidí ser directora de orquesta, lo aceptó. Mi mamá siempre estuvo mucho con las cosas femeninas. Lee mucho, e hizo mucha labor con la Wizo Latinoamericana en Israel. Era el modelo de tradición y de buen gusto. Ahora lo cuida mucho a mi papá. Viven los dos en Israel, donde también están mis tres hermanos. Tuve los dos modelos, el éxito personal y la carrera y el equilibrio de la vida familiar, que es tan importante.
PL: Hermosa descripción Gisele. Te deseo que disfrutes tu familia que veo te da orgullo, tu carrera, todo lo tuyo, hasta los 120. Muchísimas gracias por esta entrevista, por tu tiempo y tu paciencia.
GBD: Muchas gracias a vos.
Mujer directora
PL: No hay muchas mujeres Directoras de orquesta ¿verdad?
GBD: Muy pocas. Es una profesión de pantalones, que visualmente proyecta el dominio, el estar en control de un grupo de personas.
PL: ¿Tuviste problemas?
GBD: A veces, sí, pero muy poco relativamente. Si uno por cualquier razón les da a los músicos la impresión de que no está preparado – aun siendo una impresión arbitraria o caprichosa-, lo comen vivo. Se cae del pedestal, no lo respetan y ya no hay forma de trabajar. Pero por suerte, a mí, nunca me ha pasado. Pero me ha sucedido a veces que me hablan de forma irrespetuosa y entonces yo también contesto. Aprendí a contestar de forma elocuente.
PL: ¿Te parece muy “judío” ser Directora de Orquesta?
GBD: Como mujer no. No lo diría…Yo empecé mi carrera musical con la música judía paralela a la música clásica. Yo no puedo separar en mi vida la dirección y el hecho que tengo tanto contacto con Israel y la identidad judía. En mi vida, eso va paralelo. Acordate que crecí desde la tierna infancia entre la Ivriá y la NCI, con abuelos paternos ortodoxos y padres sionistas.
PL: Distintas partes de tu ser, pero juntas…
GBD: Exactamente. E igualmente legítimas. Creo que hasta ahora he podido manejar las cosas sin tener que sacrificar nada que es fundamental, lo cual incluye también a mi familia.